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año 66 de la era ibañez


capítulo 1 - el nacimiento de un mito

 
  En 1947 la Editorial Bruguera (la más importante editorial del país) había resucitado su histórica cabecera Pulgarcito, aún en época de posguerra. Eran tiempos difíciles para la edición en España: la escasez de papel y las arbitrarias decisiones de la Dirección General de Prensa marcaban las posibilidades de supervivencia de una publicación, pero los responsables de la editorial se las arreglaron para que esta cabecera apareciese en los quioscos de forma regular, y el talento de autores costumbristas pertenecientes a la Escuela Bruguera como Cifré (El repórter Tribulete), Conti (El loco Carioco), Escobar (Carpanta o Zipi y Zape), Iranzo (La Familia Pepe), Nadal (Casildo Calasparra), Jorge (Doña Urraca), Peñarroya (Don Pío o Gordito Relleno) o Vázquez (Las hermanas Gilda o La Familia Cebolleta) hizo el resto.


Pulgarcito nº 2 (Bruguera, 1947)
 

   En el verano de 1957, cuando España dejaba por fin tras de sí esa posguerra e iniciaba una lenta recuperación económica, la editorial Bruguera abría las puertas a Francisco Ibáñez gracias a su habilidad para el grafismo caricaturesco. Bruguera necesitaba nuevos colaboradores para sus publicaciones, faltas por entonces de algunos de los mencionados autores (Cifré, Conti, Escobar, Eugenio Giner o Peñarroya) que habían abandonado la casa decididos a emprender su propia aventura editorial con la revista Tio Vivo. Pulgarcito se mantenía por aquel entonces como la revista enseña de Bruguera y constituía un producto de gran solvencia comercial, con unas ventas sólo superadas por el popular TBO.



Los cinco grandes de la Escuela Bruguera
Escobar, Conti, Cifré, Peñarroya y Giner (de izda. a dcha.)



Mayo de 1951, grupo de Editorial Bruguera
Algunos de los mencionados artistas se encuentran de pie:
(de izquierda a derecha) Vernet, Giner, Flaqué, Francisco Bruguera,
Cifré, Ángel Duque, Peñarroya y Jose García

 
   A finales de ese mismo año (entre octubre y noviembre), Rafael González, director de la editorial Bruguera y muy aficionado a las novelas de Alejandro Dumas y más concretamente por "El Conde de Montecristo", pidió a Francisco Ibáñez que crease una pareja de detectives. La única condición que puso fue que fueran tontos y que uno de ellos utilizase siempre algún tipo de disfraz tal como explicaba Gema Bitrián en "Cuando los cómics se llamaban tebeos" (La Escuela Bruguera (1945-1963). Antoni Guiral, Ediciones El Jueves, 2004). Sería interesante recordar que el asunto no queda del todo claro ya que en cierta entrevista el propio Vázquez reivindicó como suya la idea de los agentes secretos y del transformismo de Mortadelo.

   Ibáñez, muy ambicioso, afrontaba así su primera serie en Bruguera y pronto demostrará su gran capacidad de trabajo y sus aptitudes para el dibujo humorístico. Por aquel entonces contaba con tan sólo 21 años y llegaba a Bruguera tras colaborar durante tres años en varias publicaciones de otras editoriales (La Risa, Paseo Infantil, Hipo, Monito y Fifí, El Barbas...) e incluso en el  "DDT contra las penas" de la propia Bruguera  donde dió muestras de su capacidad en varias secciones de chistes e historietas.
 


Rafael González, director de la editorial Bruguera,
en su despacho

   El dibujante presentó cuatro propuestas o bocetos previos a la editorial: Mr. Cloro y Mr. Yesca, agencia detectivesca; Ocarino y Pernales, agentes especiales; Lentejo y Fideíno, detectives finos y Mortadelo y Filemón, agencia de persecución. Ibáñez salió de la redacción de Bruguera con la serie aprobada, pero con algún cambio. El redactor jefe le indicó las figuras definitivas escogidas y asignó el que sería su título definitivo: Mortadelo y Filemón, agencia de información. Poco podía imaginar Ibáñez por aquel entonces que acababa de crear a los personajes que con el tiempo se convertirían en los más populares del cómic español.

 Estos bocetos previos realizados por Ibáñez se recuperarían muchos años después en la revista Bruguelandia n° 27 (1983) con motivo del 25º aniversario de la pareja de detectives, aunque hoy en día muchos ponen en duda la autenticidad de dichos originales en cuanto a las fechas en que supuestamente fueron dibujados (1957):

Supuestos bocetos iniciales para Mortadelo (1957)
Revista Bruguelandia nº 27 (1983)


Supuestos bocetos iniciales para Filemón (1957)
Revista Bruguelandia nº 27 (1983)

 

   Pero la primera aventura de Mortadelo y Filemón no vio la luz hasta el año siguiente: en enero de 1958. Lo hizo en el nº 1394 de la revista Pulgarcito. Aunque, en realidad, es bastante probable que la primera historieta de los personajes realizada por Ibáñez no fuera la primera en publicarse sino que apareciese diez semanas después; en el Pulgarcito nº 1404. En dicha aventura Filemón viste la indumentaria prototípica: gabardina a cuadros y sombrero a juego, siguiendo un marcado estilo “Holmesiano”, y de los que posteriormente se desprendería, probablemente tras las indicaciones de González. La firma del dibujante en esa página es claramente más primitiva y diferente que las de las historietas anteriores y posteriores. Las viñetas de esa páginas, además, abusan del transformismo de Mortadelo y se apoyan con textos explicativos, algo que evidencia un marcado carácter introductorio de la serie y que difiere notablemente de lo que nos encontramos en las viñetas de la primera historieta publicada. A pesar de todo, el propio Ibáñez negó que la historieta del 1404 fuese la primera dibujada para la serie cuando se le formuló esta pregunta.


Mortadelo y Filemón, Pulgarcito nº 1394 (1958)



 Mortadelo y Filemón, Pulgarcito nº 1404 (1958)
Probablemente la primera página de los personajes dibujada por Ibáñez

   La aparición de series con dos protagonistas supuso una de las grandes conquistas de la historieta gráfica de posguerra ya que reflejaron fielmente las tensiones profesionales de entonces. De la dualidad amistosa propia de series de finales de los cuarenta -Carpanta-Protasio, Doña Urraca-Caramillo, Leovigilda- Hermenegilda, etc.- se pasó, a comienzos de los cincuenta, a una dualidad laboral que reflejaba los conflictos con el servicio doméstico –Petra, criada para todo, de Escobar (1954), Pascual, criado leal, de Nadal (1953), El Dr. Cataplasma, de Martz Schmidt (1953)... Y todas ellas serían pronto superadas por otras que trataban de la oposición jefe-subordinado, patrono-obrero, etc., una línea iniciada en 1951 por Apolino Tarúguez, y que culminará en series como Mortadelo y Filemón (1958), El botones Sacarino (1963), Pepe Gotera y Otilio (1966), Anacleto, Agente secreto (1967), etc. Una modalidad en la que, con el tiempo, Francisco Ibáñez se convertirá en todo un maestro.

La malvada Doña Urraca y su antagonista Caramillo, inocente y Bonachón
(Pulgarcito nº 77, Jorge - Bernet Toledano)

   Respecto al recurso del disfraz que Ibáñez otorgó a Mortadelo, y que se convertirá en uno de los elementos que dotará de mayor singularidad y personalidad a la serie, sería interesante repasar otros personajes contemporáneos que también utilizaron el mismo recurso y que pudieron haber influído en Ibáñez. Hay una tira del Popeye de Segar publicada en 1935 en la que Castor Olivo, hermano de Olivia, asegura llevar 57 disfraces en su sombrero. ¿Quién sabe si Ibáñez leyó a Popeye de niño y se quedó con la idea?


En una tira de Popeye, Castory Olivo asegura llevar 57 disfraces en su sombrero
(Thimble Theatre, Segar, 14/I/1935)

  En una página de Las hermanas Gilda de principios de los cincuenta Leovigilda se disfrazaba de hombre para gastar una broma a su hermana Hermenegilda, y en otra historieta de la misma época era Hermenegilda la que se disfrazaba de abeja para acudir a una fiesta de disfraces:
 

Hermenegilda se disfraza de abeja
(Pulgarcito 1392, Vázquez, 1958)
 
    Vázquez jugó en más ocasiones con el tema del disfraz y con la transformación de sus personajes. En una página de La familia Cebolleta, Rosendo se transformaba en alfombra y, poco después, en pavo. También Carpanta, de Escobar, se disfrazó en diversas ocasiones con objeto de conseguir alimento. Otro antecedente del ‘transformismo’ de Mortadelo lo encontramos en la serie Jaimito (Jaimito, 1943), del dibujante Karpa. Allí apareció un malvado personaje, Don Camorra, dotado de poderes extraordinarios; un individuo capaz de adquirir la apariencia de cualquier persona, animal o cosa. Es posible que Ibáñez adoptase los mecanismos, personalidades y caracterizaciones de algunos de estos personajes clave a la hora de crear la serie Mortadelo y Filemón, Agencia de Información.

Don Camorra se transforma en mosquito en una de las
aventuras de Jaimito (1943), del dibujante Karpa

   Los personajes evolucionaron muy rápidamente. Sólo tres años después de su aparición, la imagen de ambos personajes estaba ya muy cerca de su versión definitiva. El esquema básico de la personalidad de los dos investigadores fue, en esencia, el mismo desde sus inicios: Filemón "el jefe" de la agencia, siempre serio y malhumorado, termina siempre recibiendo los más sonoros tortazos por culpa de su compañero; Mortadelo, bienintencionado pero algo inepto, es siempre tan hábil y rápido con el disfraz como el mentado Conde de Montecristo. La pareja también podría verse como una pareja de payasos en la que Filemón asumiría el rol de clown, serio y autoritario, y Mortadelo el de augusto, el que se disfraza, el que mete la pata y perjudica contínuamente a su compañero provocando la risa, marcando las pautas y acaparando las simpatías del público. Esta imagen de los personajes se verá reforzada por el progreso estilístico de Ibáñez, cuyo trazo sintético y enérgico dotó de una vis cómica añadida a sus criaturas, logrando así que la serie se publicase desde 1958 hasta la actualidad convirtiéndose así en la serie más longeva de la historieta española publicada de forma ininterrumpida.


Mortadelo y Filemón en una de sus aventuras más primitivas

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