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francisco ibáñez (11/vii/1999 - la razón)
“HE PERDIDO MUCHO PELO Y MUCHA PELA”
11/07/99
Nuria Azancot
Un presidente y su becaria protagonizan lo último de Mortadelo y Filemón. Cuarenta años de aventuras, y ahí siguen, 159 millones de ejemplares más tarde. Y eso que el cómic está en crisis y no se codean en los quioscos con el Capitán Trueno, “sino con la Capitana Flores y la Capitana Obregón”
Mortadelo y Filemón nacen en 1958. En estos años, ¿qué han ganado y qué han perdido?
Han ganado muuuuchos nuevos amigos; lectores, seguidores, adeptos... y han perdido algunos que cantaron el “Adiós muchachos...” ¡Un abrazo a todos!
¿Y Francisco Ibáñez?
Ibáñez ha perdido pelo, ¡mucho pelo! Y pela, ¡mucha pela! Recién salimos de ese trauma espantoso de la declaración... ¡No hablemos de cosas tristes!
¿Ha pensado mandarles a la Bélgica de los pollos envenenados, o a Atlanta, por lo de la Coca-Cola?
¡Je! Consuela pensar que no estamos solos. Que no nos ganan únicamente en Fórmula 1. No puedo meterlos en estos temas porque cuando el álbum ve la luz, catorce nuevas abyecciones, indecencias, guarradas en suma, han hecho olvidar todo lo anterior. ¡Qué mundo!
En una de sus últimas aventuras eran jefes de seguridad de un tirano muy parecido a Pinochet: ¿cómo le gustaría que continuase esa historia?
No me gustaría. Se acabó. Nuevos álbumes, nuevos temas, nuevos tiranos... ¡Y anda que no tenemos por ahí dónde elegir!
Felipe González es uno de sus lectores ¿Qué volumen le dedicaría?
¡Hay tantos! El atasco de influencias... Corrupción a mogollón... El ansia de poder... En fin, todo pequeñas futesas relacionadas con la profesión, que dedicaría también a antecesores y sucesores.
Los primeros años no se asomaron a sus aventuras ni política, ni violencia, ni sexo: ¿estos ingredientes son más explosivos que su humor?
Política, violencia, sexo... ¿pero es que no hay nada más? Por cierto, esa supuesta carencia de violencia... ¡Se hincharon los críticos de hablar de ese personaje que cae 14 veces de un 9º, al que le pasa una mercancía por encima, que da paso a un obus bel 37 a través del ombligo!
Tuvo que sortear la censura: ¿recuerda algún episodio señalado por la tinta roja del censor? ¿se ha autocensurado alguna vez?
Sí, recuerdo aquella ballena blanca que tuvo calamarcitos... y me la tacharon por adulterio. ¡Oigan, que es una ballena! -¡Nada, nada; adulterio! ¡Y en una revista infantil! ¡Depravado! ¡Libidinoso! ¡Qué esto no se vuelva a repetir! Efectivamente había autocensura; un ojo en la página y el otro (iba a decir el tercero), en la oficina del censor... ¡Pero bueno, como decía antes, hay cantidad de temas! No era problema.
Ha vendido más de 150 millones de ejemplares en todo el mundo, y sin embargo ha tardado mucho en lograr reconocimiento. ¿Por qué?
¿Tardado? Pues no creo. Cantidad de lectores se hicieron eco con la serie casi de inmediato. ¿Te refieres a reconocimientos oficiales, homenajes y otras zarandajas? Pues eso, zarandajas. Para mí, el premio de verdad es la carta del niño: ”Me gustan mucho tus dibujos y...” O la del adulto “Después de un día de problemas agarro un Mortadelo y..” ¡La baba me cae!
¿Es el cómic el noveno arte?
El noveno, el cuarto, el decimoquinto... ¡qué más da! Hay viñetas que podrían ser colgadas en las salas del Prado sin desmerecer en absoluto de las telas de los genios. Y no hablo de “mis” viñetas. ¡Si hay algo en este mundo que me hubiera gustado es saber dibujar!
¿Qué hay de cierto y de tópico en la crisis del cómic español?
Bueno, en los quioscos antes veías cantidad de ejemplares de El Capitán Maravillas, El Capitán Tormenta, El Capitán Trueno... Ahora sólo ves la Capitana Obregón, La Capitana Flores, La Capitana Pantoja... ¡Por suerte Mortadelo sigue entre ellas, pasándolo en grande!
¿Por qué cree que aún hay quien cuestiona la importancia del cómic?
Hace más de veinte años, un “crítico del cómic” escribía en un periódico: “Mortadelo está ya muerto y el autor no lo sabe”... ¡Qué le vamos a hacer! Me gustaría que hubieran dos o tres como ése. Por que me temo que hay siete u ocho.
En los últimos tiempos de Bruguera usted fue sustituido por un equipo: ¿por qué? ¿cómo salió “eso”?
Sí; uno hacia el guión, otro lo dibujaba a lápiz, otro lo pasaba a tinta, otro ponía el color... e imagino que otro lo compraba. Sólo otro, claro. ¿Por qué? Mortadelo era un chorro de oro, claro. ¿Qué cómo salió el experimento? Bueno, todos sabemos cómo terminó aquella editorial, ¿no?
¿Cuándo recuperó a sus personajes?
Dos o tres años después. Sentado junto a Ediciones B en una mesa y dándonos la mano y un beso en la frente. ¡Como tenía que ser, hombre!
¿Cuál es su aventura preferida? ¿y el disfraz?
¡Todas! Yo, en el momento de trabajar en ellas las paso canutas. Pero una vez publicadas y a los 5 ó 6 meses, me las releo y entonces me río. Y comento “¡este tipo promete!” ¿Disfraz? Yo lo disfrazaría de hombre invisible, de pulga (simple golpecito con el rotulador, ¡tac!), de vacío en el Congreso de los Diputados... Pero me dicen que de “genialidades”, nada; que lo disfrace de Luis XVI o que me vaya a vender pañuelos de celulosa por los semáforos.
Publica 6 álbumes al año, mientras que de otros personajes aparecen la mitad: ¿le perjudica este ritmo?
No, no me perjudica. Todavía me brotan ideas del coco para eso y más. Y lo importante, lo principal en la historieta es la idea, el guión, el gag... ¿Que si me pasara dos horas más en cada viñeta quedaría mejor? ¡Psché! Ya lo he dicho antes; ¡si yo supiera dibujar!
Es usted padre de los personajes como el botones Sacarino, Carpanta... ¿Cuál es su preferido?
¡Rompetechos, claro! El hijo de mi alma, de mi tinta, de mis entretelas...
Cuando hace balance de todo lo vivido, de todo lo pintado, ¿qué le queda por hacer?
¡Seguir! Y continuar viendo esas colas tremendas cuando firmo álbumes a los “fans”, y tratar de que el próximo episodio sea mejor... ¡ya agarrar alguna vez unas vacaciones, que ya me toca, caray!
¿ Y por dibujar?
¡Si yo supie...! Bueno, cuando llegue el 2002, intentaré dibujar un billetito de trescientos siete mil euros de esos. ¡Y si cuela me retiro, palabra! Sí, ya ven, yo todo espiritualidad, poesía. Mística... ¡Prrrtz!