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año 66 de la era ibañez

francisco ibáñez (vii/2011 - la risa de bilbao)

AL PIE DEL TABLERO (Texto de Roberto González)
 
El creador de ‘Mortadelo y Filemón’ recibirá un premio en la segunda edición de La risa de Bilbao, que en esta ocasión estará dedicada al humor surrealista. El dibujante, que ya nos visitó hace unos años en el Salón de Cómic de Getxo, firmará ejemplares a todos aquellos que se unan a la (seguramente) extensa cola el domingo 2 de octubre.
 
Ibáñez será homenajeado en el festival La Risa de Bilbao, que tendrá lugar del 28 de septiembre al 2 de octubre. En el Arenal se podrá visitar la exposición ‘El gran Ibáñez’, el 1 de octubre Juan Bas le entrevistará en la Sala BBK (20:00h) y el día 2, firmará sus cómics en el Arenal (12:00-14:30h)

   
 
Francisco Ibáñez Talavera (Barcelona, 1936) es un trabajador nato. Es el creador de personajes como Rompetechos, El botones Sacarino, Pepe Gotera y Otilio, 13 Rue del Percebe y, por supuesto, Mortadelo y Filemón. Entre montones de series de menor fama o continuidad, producía hasta hace poco la friolera de seis álbumes al año y sigue siendo uno de los pocos valores seguros en el mercado del cómic. Tras pasar por varias revistas, empezó a colaborar con editorial Bruguera en 1957. Al año siguiente apareció la primera entrega de Mortadelo y Filemón en la revista Pulgarcito. En 1969 se publicó ‘El sulfato atómico’, con la que la serie inició una nueva andadura. Hacia 1986 abandona Bruguera y empieza a trabajar en Grijalbo. En 1988 Ediciones B se hace con el fondo de editorial Bruguera y el autor recupera los derechos de los personajes. A lo largo de su trayectoria, Ibáñez ha recibido distinciones como el Gran Premio del Salón del Cómic de Barcelona en 1994 y la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes en 2002.
 
 
¿Le hacen ilusión los premios? 
Naturalmente, incluso dejando de lado el aspecto pecuniario que conllevan unos pocos de ellos. Para mí, un premio bonito de verdad es la cara de ilusión del chico que está esperando a que le firme su álbum. O del adulto, o del abuelote, que asegura que me sigue “de toda la vida”.
 
¿Calificaría su humor de surrealista?
¿Surrealista? ¡Qué va! Para mí es de lo más natural que uno de mis personajes caiga de lo alto del Empire State y en la viñeta siguiente siga caminando, sacudiéndose el polvo y diciendo “¡Qué caída más tonta!”. O que un directo del malote de la serie siente a Mortadelo en el sillón del Obama o que una vaca irrumpa en el Congreso... Yo no califico mis historietas, que lo hagan los lectores, están en su derecho.
 
¿Cómo sabe que el chiste va a funcionar?
Tiene que gustarme a mí, hacerme reír o sonreír aunque sea de ombligo para dentro. Ideas acuden muchas, pero desecho cantidad. “No, no, esta para Mortadelo no me vale, esta tampoco,ni esta...”
 
¿Podría destacar a algún humorista que le guste de un campo distinto a la historieta?
Siempre me gustaron aquellos cortometrajes de Jaimito, Harold Lloyd, Buster Keaton, Charlot, El gordo y el flaco... Creo que mis historietas reflejan un poco aquellas deliciosas peliculillas. Actores de teatro, de radio, de la tele... En novela, sin ir más lejos, el autor homenajeado el pasado año, Tom Sharpe, ¡la tira! Pero no me
pregunten nombres... cuando quiero recordar alguno, ¡zas! La laguna esa... Mi memoria es algo parecido a un paisaje de Finlandia. La película de ‘El gran Vázquez’, ‘El invierno del dibujante’, la reedición de muchos compañeros suyos de la casa... parece que por fin se está reconociendo a la escuela Bruguera... Ediciones B ha realizado un esfuerzo reeditando páginas y álbumes de aquellos que fueron mis compañeros, mis maestros, los gigantes de la historieta, que nutrían los mostradores de miles de kioscos, hoy repletos de revistas de chismes, casorios, uniones, desuniones... ¿Dónde demonios están mis geniales colegas, dónde?
 
¿Está muy al tanto de la actualidad?
Bueno, mis historietas no son de crítica social ni de política. ¡Yo soy un muchachito inocente, al margen de ciertos trapicheos! ¡Pero claro que coloco a mis personajes en rollos de actualidad! Si los mantuviera dentro de los mismos temas que en los años cincuenta ya hubieran llegado esas terribles cartas de los lectores con lo de “esto es un plomo, cambia de disco... ponte al día, tío”.
 
¿Cuántas horas trabaja al día? 
¡Todas! Y me saco algunas más, no sé de dónde. Si contáramos los espacios de ocho horas como jornadas laborales, en este momento estaría rondando los doscientos años o más... Pero bueno, luego llega el premio de las firmas de ejemplares y los amigos que te dicen “¡Más! ¡Haz más historietas! ¡No te mueras nunca! ¡Trabaja, trabaja!” ¡Ah! Amigos de verdad...
 
¿Tiene alguna afición cuando no está sobre el tablero?
¡Cuando no estoy sobre el tablero! ¡Je! Debajo no estoy nunca, obviamente... Alguna afición ha llegado por prescripción facultativa: “¡Huya del sedentarismo! ¡Practique algún deporte! ¡Nade! ¡Nade!”. Soy cliente asiduo del reumatólogo.
 
¿Le queda tiempo para leer algún tebeo? 
No,claro, no es que quede mucho tiempo. Pero de vez en cuando consigo echar mano de algún ejemplar... ¡Jo, qué envidia! Cuando veo a todos esos cofrades que verdaderamente SABEN dibujar... ¡Se me cae la baba! Si yo supiera... Pero bueno, entré no hace tanto en mi segundo cincuentenario profesional. Aún tengo tiempo para aprender y acercarme a ello. En mi tercer cincuentenario, quizás...
 
Hace unos años veía muy negro el futuro del cómic, ¿sigue pensando que desaparecerá? ¿Cree que pasará al medio digital, como Mortadelo, que ahora se puede leer en el iPad?
Pues no, no creo que desaparecerá... ¡es que ya no lo veo! Para mí, la historieta es ante todo una cosa sencilla, popular, que debía estar en todos los kioscos. En cuestión de medios digitales no es que sea un entendido... ¡qué vaaa! Pero hasta donde alcanzo, imagino que puede ser una buena plataforma para que no se vaya definitivamente. Si es así, ¡BIENVENIDO!
 
Solía decir que con otro autor no serían lo mismo, pero ahora comenta que le gustaría que sus personajes le sobrevivieran... 
Sigo pensando lo mismo, cualquier personaje en manos de otro autor no es lo mismo. Lo cual no quiere decir que sea peor, faltaría más. Uno termina por cogerle cariño a sus
personajes a pesar de las espantosas jornadas que proporcionan y pienso que ellos no tendrán la culpa el día en que los amigos digan aquello de “¡Pues no era mal tipo, no!” ¡Que sigan, que sigan felices muchos años! 
 
 

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